Ayer estuve dando una vuelta por los montes de Pesaguero (Liébana), uno de mis rincones favoritos. Llegué al amanecer, aunque había una densa niebla que hacía aún más misteriosa e interesante la caminata por el interior del hayedo.
Así, sorprendo a un par de corzos Capreolus capreolus que ladran desde la espesura. Muy cerca, un excremento de lobo ibérico Canis lupus signatus señala la presencia del carnívoro. Compuesto por restos de jabalí, se localiza en un punto habitual de marcaje para la especie. Por esta zona se mueve un grupo familiar de la especie desde hace varios años.
Más adelante, en un collado, levanto una perdiz pardilla Perdix perdix en el borde de un brezal con el pastizal. Vuelvo a entrar en el hayedo que sigue envuelto en la niebla. Un agateador norteño Certhia familiaris busca comida entre los líquenes del tronco de un haya.
Tras atravesar toda la cabecera del hayedo salgo a una braña. Parece que la niebla va poco a poco levantado y aquí espero a que esto suceda. Efectivamente se va retirando y al final quedaría un día casi de cielos despejados, aunque con un fresco viento de NW. Un grupo de ciervas Cervus elaphus se mueven por el brezal.
Bisbitas alpinos y collalbas grises están muy activas, con persecuciones y cortejos.
Localizo un zorro rojo Vulpes vulpes en un brezal, en el borde de una cabecera de hayedo. Se tumba y permanece soleándose durante cerca de 10 minutos, antes de ocultarse en el bosque.
En los cielos, volando bastante alta, localizo un ejemplar adulto de águila real Aquila chrysaetos. En un momento dado, recoge las alas y extiende las garras, lanzándose en picado contra un buitre leonado que volaba en la misma vertical, aunque más abajo. Al final el águila retoma el vuelo y se aleja atravesando el valle, adentrándose en la cordillera.
Detecto dos excrementos más de lobo, estos ya más viejos, también en lugares habituales de paso de la especie. Rastros de otros carnívoros como marta y tejón confirman la biodiversidad del lugar.
Una hembra de aguilucho pálido Circus cyaneus intenta capturar paseriformes en un paredón rocoso, aunque parece que sin éxito, al menos en el tiempo que estuve observándola. Más tarde una pareja de alimoche común Neophron percnopterus vuela por encima de hayedos y brezales.
En un par de cumbres, por encima del hayedo, detecto dos rebecos cantábricos Rupicapra pyrenaica parva alimentándose por separado.
A media tarde decido regresar hacia el coche. Poco después hago una parada para echar un ojo con el telescopio, en un prado donde suele salir el gato montés Felis silvestris al atardecer. Monto trípode y teles y ... bingo ¡¡¡, ahí está un bonito ejemplar de esta especie. Se sienta, retrocede, marca su territorio y vuelve a caminar. Se sube a una roca, vuelve a sentarse. Finalmente retoma su camino, marcando de nuevo el territorio y aligerando el paso, perdiéndole tras unos árboles. Como magnífico hilo musical de fondo y broche a la jornada, un picamaderos negro Dryocopus martius reclamando en el hayedo.
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