28 de noviembre de 2017

Estudio de perturbación asociado a una experiencia de turismo ornitológico

Estudio científico recomienda restringir la navegación en canales de menos de 200 metros de anchura para minimizar las molestias a las aves: In memoriam Francisco Romero

Termina Noviembre. La mayoría de las aves acuáticas que van a pasar la invernada en las marismas de Santoña ya han llegado o están a punto de hacerlo. Esta será ya la decimotercera temporada que, de forma ininterrumpida, la empresa Aves Cantábricas llega también de nuevo con su servicio ‘Rutas guiadas en barco por las marismas de Santoña’, con un calendario de salidas previstas hasta el mes de marzo, basadas en el horario diario de las mareas para poder optimizar la observación de las aves acuáticas.
La empresa se fundó en noviembre de 2005 con el siguiente lema: La conservación de la naturaleza no es nuestro objetivo, es nuestra meta.
Pasada más de una década, muchos clientes (re)conocen sobradamente nuestra particular forma de trabajar, donde impera la minimización del impacto potencial que puedan tener nuestros servicios y actividades en la fauna salvaje, especialmente en las especies más amenazadas y sus últimos bastiones cantábricos.
Uno de nuestros servicios señeros es, precisamente, esta ruta en barco, que fue una de las ideas originales en la gestación de Aves Cantábricas. Esta ruta lleva a un máximo de 6 afortunados observadores a conocer durante más de 2 horas el corazón del estuario mejor conservado del Cantábrico (a pesar de sus múltiples afecciones, que no son objeto de este escrito) desde un prisma insuperable y bajo la supervisión (nunca mejor dicho) de un genuino observador (y disfrutador) de la naturaleza cantábrica en su máxima expresión. Nuestra embarcación, el Cofre, navega siguiendo siempre la misma ruta, sin prisa, sin pausa, para poder disfrutar de la observación de las aves acuáticas. En lugar de perseguir a las especies objetivo, el capitán del Cofre traza su rumbo y sigue el recorrido establecido ya en noviembre de 2005. No se persigue a las especies objetivo, sino que cuando se localiza alguna de ellas, el Cofre reduce su marcha para que puedan ser mejor ‘paladeadas’ desde prismáticos y telescopios.
Aun así, lógicamente algunas aves modifican su comportamiento al paso del Cofre, asumimos que como de cualquier otro barco de dimensiones similares, y un número determinado vuelan para alejarse. Esto era claro que iba a ocurrir, máxime cuando los efectos de las molestias a las aves procedentes de diferentes actividades humanas era (y es) una de las líneas de investigación principales de quien suscribe.
Las actividades humanas provocan perturbaciones en la fauna salvaje; en particular en las áreas protegidas debe haber una regulación para garantizar un adecuado uso y disfrute de los recursos que se tratan de preservar. Dependiendo de la frecuencia de las mismas y de su impacto deben ser prohibidas o reguladas, espacial y/o temporalmente.
Por ello, en connivencia con las autoridades competentes en ese momento (2005), se aprobó la autorización para desarrollar esta actividad turística en una zona protegida con el condicionante de realizar un ‘Estudio de las perturbaciones sobre las acuáticas asociadas al tránsito de una embarcación turística ligera en el estuario del Asón’. El diseño del estudio, esto es, la aproximación seleccionada para tratar de medir la respuesta de las aves y, a posteriori, poder analizar los resultados y proponer, en base a los mismos, las oportunas medidas de regulación, fue asimismo aprobado previamente por las autoridades competentes. Y así empezó el estudio, los primeros datos los primeros días del año 2006, repitiendo el mismo varias veces por temporada durante las dos siguientes, hasta febrero de 2008. Unos años después, decidimos volver a realizar el estudio durante otras tres temporadas consecutivas, comenzando en diciembre de 2012, hasta marzo de 2015, para analizar si el patrón de molestias era similar al ya observado, o si había alguna incidencia nueva. La naturaleza no es estática, como bien conoce el/la avezado/a observador/a que lee este escrito, afortunadamente ¿cierto?, sino bien dinámica; y lo que hoy es de una manera, quizás otro año pueda ser diferente. Y se puede aprender, claro, si es una motivación aprender de la naturaleza: el caso de Aves Cantábricas.
En el marco de nuestro compromiso perseverante con el uso y disfrute de la naturaleza aportando criterios útiles para la conservación de la misma … para un momento: ¿pero esto no es el mantra de todas las empresas que hacen ecoturismo? efectivamente, pero muy pocas son capaces de demostrarlo con hechos (las palabras se las lleva el viento); tenemos en inmenso placer de informaros que los resultados de ese estudio han sido publicados recientemente en la revista Journal for Nature Conservation, incluyendo una recomendación concreta basada en la Distancia de Inicio de Vuelo medida durante los seis años que se hizo el estudio, que pensamos es extrapolable a muchas otras áreas similares, en particular las de la cantábrica. Ojalá cuaje.
Traducido de McFadden TN, Herrera AG & Navedo JG. 2017. Waterbird responses to regular passage of a birdwatching tour boat: Implications for wetland management. J Nature Conservation 40: 42-48.
Un recorrido de un solo barco perturbó en promedio 0.3% de las poblaciones invernantes en las marismas de especies no objetivo y 2.8% de las poblaciones de las especies objetivo, con un efecto más pronunciado en las especies objetivo debido a sus poblaciones más exiguas. La carga alar se asoció positivamente con la distancia de vuelo tras la perturbación. Sobre la base de los FID (distancia de inicio de vuelo) medidos, se calculó una zona de amortiguación global para todas las especies de un radio de 100 m, y zonas de amortiguamiento específicas para cada especie que varían de 41 a 211 metros. La incidencia de las molestias y el número de aves perturbadas por viaje fueron mayores en los canales de menos de 200 metros (en bajamar), donde los barcos se ven obligados a pasar a menos de 100 m de las aves acuáticas (en una u otra orilla). Exigimos cautela al permitir el paso de los barcos a través de los canales de marea en los que los operadores no puedan mantener efectivamente las zonas de amortiguamiento recomendadas entre su barco y las aves acuáticas.
Si te interesa el artículo completo, no dudes en escribir a avescantabricas@gmail.com y gustosamente te lo enviaremos. Aprovechamos estas líneas para agradecer de nuevo a Paco Belén, Dani Briz, Manolo Alcántara, Carlos Gómez, Luis Torralbo y David Arranz, quienes pilotaron en diferentes momentos el Cofre a lo largo del estudio reportado aquí. Óscar Carazo, Andrés Chocarro, José Antonio López-Constante, Ángel Ruiz, David Álvarez, Xulio Valeiras, Esther Abad, Óscar Llama, David García, Luis López-Areal, Guillermo Pérez y Javier Aizcorbe, quienes participaron en alguna de las rutas y certificaron con sus firmas que los datos presentados en este manuscrito científico eran fiel reflejo de la realidad observada siguiendo la metodología descrita. Esto es importante porque ayuda a despejar cualquier lógica (y necesaria) duda que pudiera haber suscitado en el editor y revisores anónimos, valedores finales de las recomendaciones propuestas en cualquier manuscrito, la medición de los efectos por parte de la propia empresa operadora.
Finalmente, dedicamos el manuscrito (y estas líneas) a mantener viva la memoria de nuestro querido amigo Francisco Romero, ‘guarda mayor’ del estuario del Asón (la balsa, como a él le gustaba decir), quien nos dejó hace ya casi dos años, pero su recuerdo permanecerá por siempre vivo en las marismas.

Saludos australes,

En Valdivia, Chile, a 30 de octubre de 2017


Dr. Juan G. Navedo
Universidad Austral de Chile
jgnavedo@uach.cl








24 de noviembre de 2017

Tanzania; 8ª parte ARUSHA

Con esta entrada concluyo la crónica del viaje a Tanzania de la pasada primavera y que debido a la falta de tiempo se ha alargado más de lo que hubiera deseado. El día 3 de abril realizamos nuestro último safari en Tanzania, en esta ocasión visitando el Parque Nacional de Arusha, a priori ya sabíamos que era el más flojo de los Parques Nacionales y Área de Conservación que visitamos en nuestro viaje (Tarangire, Ngorongoro, Serengeti y Manyara), aún así, su paisaje eminentemente forestal es muy atractivo y algunas especialidades faunísticas como el colobo guereza o guereza abisinio Colobus guereza, el antílope jeroglífico Tragelaphus scriptus o el águila coronada Stephanoaetus coronatus hacen de su visita muy recomendable si se dispone de tiempo.

El Parque Nacional de Arusha se localiza en el norte de Tanzania, fue declarado en 1960 sobre una superficie de 137 Km cuadrados, siendo uno de los más pequeños del país. Está ubicado a los pies del mítico Monte Meru de 4.558 m de altitud y de carácter sagrado para diferentes culturas. También destacan el antiguo cráter del Ngurdoto y el lago Momella con diversas aves acuáticas. 




Cumbre del sagrado Monte Meru (4.558 m)





Entrada al Parque Nacional.




Nada más adentrarnos en el ecosistema forestal del Parque de Arusha, los primeros protagonistas fueron los primates, en especial el colobo guereza del cual vimos varios grupos alimentándose y moviéndose por los árboles, en ocasiones realizando espectaculares saltos de árbol en árbol, volando literalmente en el dosel arbóreo. 


Colobo guereza o abisinio Colobus guereza









Otro de los primates que pudimos observar en nuestro recorrido por el sector arbolado del Parque fue el mono azul Cercopithecus mitis.




Probablemente la observación de la jornada y una de las más llamativas del viaje, fue el encontrarnos con este ejemplar juvenil de águila coronada africana Stephanoaetus coronatus. Se trata del segundo águila de mayor tamaño del África oriental, sólo superada en altura por el águila de Verreaux, aunque el águila marcial la supera en envergadura (no en altura). Se trata de un gran águila adaptada a la caza dentro del bosque, con alas cortas y anchas y cola larga con la que maniobrar. Se alimenta principalmente de primates y pequeños herbívoros. 






Una de sus presas potenciales son las crías de papión oliva Papio anubis.





Ejemplar albino




En los sectores más abiertos predominaban los grandes herbívoros, con especies como búfalo cafre, cebra común, antílope acuático o el antílope jeroglífico.




Jóvenes ejemplares de antílope acuático o cobo de agua  Kobus ellipsiprymnus midiendo sus fuerzas.






Antílope jeroglifico Tragelaphus scriptus. Macho y hembra.





Las espectaculares jirafas Giraffa camelopardalis también se dejaron ver en los sectores abiertos.





Al igual que el facóquero común Phacochoerus africanus




Arusha es también un buen destino para ver diversos grupos de aves, tales como rapaces, forestales, acuáticas...

Cucal cejiblanco Centropus superciliosus 




Secretario Sagittarius serpentarius




Cerceta de El Cabo Anas capensis




 Francolín escamoso Francolinus squamatus




Pájaro ratón común Collius striatus




Tejedor de Speke Ploceus spekei




Bulbul común Pycnonotus barbatus




Busardo augur oriental Buteo augur 





Y aquí termina la crónica del para siempre ya inolvidable viaje a Tanzania, en las próximas entradas del blog retomaré el contenido puramente cantábrico, recuperando un importante material que he ido acumulando a lo largo de estos meses, de especies como oso pardo, lobo ibérico, gato montés o picamaderos negro.