31 de agosto de 2017

Tanzania; 6ª parte SERENGETI (II)

El día 1 de abril nos levantamos antes del amanecer, tras pasar la noche en un campamento dentro del Parque Nacional del Serengeti. Desde la cama, en el interior de una confortable y amplia tienda de campaña, habíamos estado escuchando durante toda la noche los sonidos de la sabana, las "risotadas" de las hienas manchadas y las espectaculares llamadas de los leones. Para prevenir cualquier susto, las instrucciones habían sido claras, no debíamos salir de la tienda sin avisar por la emisora para que nos acompañará el personal del campamento. Es una sensación extraña y a la vez curiosa, sentirse una presa potencial, acostumbrados como estamos en la vieja Europa a que los animales sientan temor sólo con detectar nuestro olor. Una sensación que sólo había vivido con anterioridad en el ártico con los osos polares.

Tras un buen desayuno, rápidamente montamos en el vehículo para poder contemplar la salida del Sol en la sabana. Nada más salir del campamento, una hembra de león Phantera leo cruza el camino acompañada por dos crías ya bastante crecidas, empieza bien la jornada.




Y mientras observamos a los leones, el Sol va asomando en el horizonte, en un inolvidable amanecer.




Proseguimos nuestro camino y cada poco van apareciendo nuevos protagonistas. 

Dicdic de Kirk Madoqua kiskii





Búfalo cafre Syncerus caffer




Familia de Damán de El Cabo Procavia capensis subidos en un "kopje".




Y en otro "kopje" no muy lejano, tres leonas con sus pequeñas crías. Al menos contabilizamos 13 cachorros que no paraban persiguiendo a sus madres y tías, roca arriba y roca abajo, acabando en ocasiones con la paciencia de sus progenitoras. Las leonas adultas de una misma manada suelen ser hermanas y cuando tienen crías a la vez suelen compartir el cuidado de los pequeños.









Apartado de las hembras, uno de los machos dominantes vigila su territorio desde otra atalaya prominente.





Ajenos a los leones, una familia de elefante africano Loxodonta africana se desplaza por la sabana.





Decidimos regresar al sur del Parque en busca de las grandes manadas de ñu Connochaetes taurinus.






Y donde hay grandes concentraciones de herbívoros hay carnívoros. Primero nos topamos con esta pareja de chacal de lomo negro Canis mesomelas.




Dos machos jóvenes de león, seguramente ya expulsados de su manada, permanecen descansando junto a una charca, a donde habrán acudido a beber después de haberse dado algún festín con alguna de las numerosas presas que ahora tienen a su alcance. Cuando termine la migración serán tiempos duros para estos dos hermanos, que tendrán que llevar una vida nómada por la sabana, hasta que puedan hacerse con el control de alguna manada, previo combate a muerte con los machos propietarios. 




Uno de los momentos inolvidables del viaje, fue la observación muy cercana de dos clanes de hiena manchada Crocuta crocuta con disputa entre sí. Uno de ellos estaba formado por tres ejemplares y el otro por cuatro, incluida una hembra preñada. El primero de ellos avanzaba directo hacia el segundo, que permanecía descansando en la llanura. No hubo opción de enfrentamiento y el grupo de cuatro hienas se alejó del lugar corriendo cuando sus rivales se acercaban peligrosamente.










A continuación un vídeo estos ejemplares.




Seguimos camino hacia el Sur, hacia Ndutu, pero antes paramos en el área de recepción de visitantes para realizar unos trámites. El agama común Agama agama vuelve a ser protagonista.




Llegamos a las llanuras de Ndutu, testigo en estas fechas de la migración del ñu. Un bonito ejemplar de secretario Sagittarius serpentarius busca comida muy cerca de nuestra posición.






Un chacal dorado Canis aureus camina solitario por la llanura.




Y por fin... una de las especies más esperadas, el guepardo Acinonyx jabatus, un ejemplar descansando mientras observa y vigila su entorno.










Un vídeo del ejemplar en cuestión.




Localizamos más ejemplares solitarios de hiena manchada, deambulando entre las manadas de ñu en busca de alguna presa fácil.




Dejamos atrás la llanura abierta y nos vamos introduciendo en un espectacular bosque de acacias. Las manadas de ñu avanzan entre el arbolado, donde también aparecen otros herbívoros como jirafas, cebras o impalas.






Fuimos testigos de la complicada maniobra que tiene que hacer para beber uno de los animales más espectaculares de África, la jirafa Giraffa camelopardalis. Es un momento delicado para ella, puesto que mientras bebe con el cuello abajo, resulta más vulnerable ante el ataque de los leones.









Llegamos hasta un lago salino, donde en algunas orillas se apelotonaban los grupos de ñu, seguramente sedientos aunque desgraciadamente para ellos, éste no era obviamente el lugar propicio para dicho cometido.







En un sector de sabana arbolada pudimos observar este ejemplar de raficero común o steenbok Raphicerus campestris.




En un gran juncal próximo al lago una leona aparece y desaparece entre la vegetación, seguramente ha escogido este lugar para esconder a sus crías.




Un bonito macho de impala Aepyceros melampus permanece alerta.




Mientras la interminable manada de ñues avanza rumbo al Norte.



Acompañándoles como es habitual, van algunos grupos de cebra común Equus quagga.




El avance de la gran migración es un espectáculo indescriptible. 





Así terminamos nuestra aventura en el Parque Nacional de Serengeti, uno de los lugares más especiales del Planeta. Tenemos unas cuantas horas de coche, atravesando el Área de Conservación de Ngorongoro hasta llegar a nuestro hotel. De camino visitamos un poblado Masái. Se trata de un pueblo originario de la zona de Sudán y Etiopía, que llegaron a la actual Kenya y Tanzania hace varios siglos, en busca de lugares de pasto para su ganado. Es un pueblo guerrero, cazador y ganadero, formado por algo más de 800.000 personas y que vive actualmente en el sur de Kenya y el norte de Tanzania. Tienen su propia lengua, aunque muchos de ellos hablan el suajili y algunos incluso el inglés. Ellos y su ganado fueron desplazados con la creación de los Parques Nacionales y algunas reservas de caza, aunque en el Área de Conservación de Ngorongoro, donde visitamos este poblado, sí que se les permite vivir. Como es habitual con los pueblos ganaderos, suelen entrar en conflicto con los grandes depredadores, que cada vez tienen menos espacio donde vivir en África, fuera de los Parques Nacionales.