Odiados por unos, admirados por otros, los cormoranes son de esas especies que no causan indiferencia. Los pescadores les acusan de ser poco menos que una plaga, que acaban con la pesca y en el caso de los ríos, de ser la causa de extinción de nuestro salmón atlántico Salmo salar, algo de lo que personalmente discrepo al ver el estado que presentan nuestros ríos, contaminados, agredidos con presas y escolleras, sin una buena cobertura de bosques de ribera... todo ello en un contexto de cambio climático, que también parece afectar a la especie.
En la región Cantábrica contamos con la presencia de dos especies de cormorán, el cormorán moñudo Phalacrocorax aristotelis (en las fotos adulto e inmaduro) y el cormorán grande Phalacrocorax carbo.
El primero de ellos es residente en el área, reproduciéndose en islotes y acantilados marinos y entrando rara vez en estuarios y bahías, siempre en las bocanas de estos y en el entorno de los puertos pesqueros. En Cantabria el cormorán moñudo es una especie protegida, incluida en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas y con una población reproductora que no llega al centenar de parejas. Estos días de febrero ya se ve a los adultos luciendo su plumaje nupcial, con su llamativo tupé en la cabeza.
Por su parte, el cormorán grande se comporta como especie principalmente invernante, no habiéndose constatado ningún caso de reproducción hasta la fecha en nuestra región. Los ejemplares que aquí vemos tienen sus áreas de cría en el norte de Europa, en países como Dinamarca o Alemania. Habita principalmente en estuarios y bahías, aunque también puede verse en menor número en algunos tramos de río y en embalses. Suele formar dormideros en árboles e islotes.
A continuación os dejo una secuencia de pesca de un cormorán grande en el estuario del Asón.