Cuando comencé a salir al campo a comienzos de la década de los 90, ver uno oso en la población osera oriental era poco menos que misión imposible y no digamos ya verlo en Cantabria, donde su presencia era ocasional en algunos municipios de Liébana (Camaleño, Vega de Liébana y Pesaguero), en Polaciones o en la Hermandad de Campoó de Suso. Eran los peores momentos para el oso en la Península Ibérica y en particular para la población de la Cordillera Cantábrica oriental, que no superaba los 20-25 ejemplares.
Un cuarto de siglo después, la población se ha ido recuperando lentamente, más rápido en la población occidental que partía de un mayor número de individuos. Por su parte la oriental ha duplicado sus efectivos (según datos oficiales), gracias en buena parte al aporte de ejemplares en dispersión desde el sector occidental. En el caso de Cantabria también se ha notado ese aumento poblacional, habiendo hoy en día presencia constante e incluso hembras reproductoras en Liébana, Polaciones y Hermandad de Campoó de Suso, habiéndose ampliado además en los últimos años su distribución a otros municipios con menos tradición osera en tiempos recientes, como es el caso de Tudanca, Rionansa, Lamasón, Mancomunidad de Campoó-Cabuérniga, Valdeolea o Valderredible.
Hábitat osero en la comarca de Liébana (Cantabria).
Cabe destacar que en determinados años Cantabria se convierte en un lugar muy importante de alimentación para el grueso poblacional oriental, especialmente en un momento tan delicado como es el otoño, cuando necesitan comer abundantemente para superar con éxito el invierno y la hibernación, aquellos ejemplares que la realicen. Esto sucede ciertos años de abundancia de fruto seco (bellota o hayuco) en la cara norte de la Cordillera Cantábrica y ausencia de cosecha en la vertiente sur, algo que está sucediendo por ejemplo este otoño.
La pasada primavera realicé varias observaciones de la especie en la Cordillera Cantábrica oriental, a gran distancia y con ayuda de potente óptica, destacando una mañana en la que pude localizar un total de 4 ejemplares, algo que si me hubieran dicho hace años me hubiera costado mucho creer. A continuación un vídeo recopilatorio con las imágenes de estos ejemplares.
Desgraciadamente las amenazas para la especie no han cesado y el número de casos de mortalidad vinculada a las actividades humanas es preocupante (envenenamientos, lazos, disparos por error en batidas de jabalí...). Sin ir más lejos el mes pasado resultó herido un oso pardo al ser confundido con un jabalí y recibir al menos un disparo en un monte de la Montaña Palentina. Da la casualidad de que hace pocos años un episodio similar acabó con otro oso herido en similares circunstancias y en dicha provincia. La mayoría de estos episodios de mortalidad no natural en la población oriental se han venido produciendo en el norte de Palencia, en la Reserva Regional de Caza de Fuentes Carrionas que además es Parque Natural, lo que sin duda pone en entredicho la compatibilidad de este tipo de actividad cinegética con la conservación del oso pardo.
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