En las últimas semanas las nuevas generaciones de diversas especies de aves pueblan los acantilados costeros. Así, mientras los juveniles de cormorán moñudo Phalacrocorax aristotelis o de halcón peregrino Falco peregrinus ya han abandonado sus nidos, y se mueven por la costa conociendo el entorno y aprendiendo a desenvolverse en su nuevo mundo, otras especies aún siguen enfrascadas en la ardua tarea de la reproducción.
Ayer me encontré con estos jovenzuelos de cernícalo vulgar Falco tinnunculus aún a refugio de su nido, en un acantilado costero innacesible. Sus progenitores no cesaban de cazar y aportar presas al nido. Paseriformes, micromamíferos o grandes insectos eran la pitanza habitual de estos cuatro polluelos.
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