Últimamente no he tenido mucho tiempo libre para salir al campo, por eso cuando puedo realizar una escapada aprovecho para irme al monte, tras los pasos de la especie que más alegrías me ha dado y de la que tengo una gran admiración, el lobo ibérico Canis lupus signatus.
Ayer poco después del amanecer estaba en el monte, en una zona de Cantabria tradicionalmente lobera. Mi intención era buscar indicios de la presencia de la especie para confirmar su presencia en la zona, tal y como estoy haciendo en otros lugares de la región.
Los grupos de hembras de ciervo rojo Cervus elaphus se alimentaban en las brañas y áreas de matorral. Un macho de esta especie emitía aún su llamada de celo. Los primeros ejemplares de buitre leonado Gyps fulvus empiezan pronto a patrullar las laderas, ayudados por la presencia del viento del oeste. Una cierva intenta pasar desapercibida en un sector de matorral en el borde del abedular.
El bosque presenta aún unas tonalidades preciosas, especialmente los abedules, iluminados por los primeros rayos de Sol.
Y es precisamente en el abedular, transitando por un camino forestal, donde tuve el momento mágico del día. A las 8:51h, aparece a escasos metros de mi posición, mientras voy ascendiendo, un ejemplar de lobo ibérico. Su intención era salir al camino, pero al verme rápidamente dio la vuelta sobre sus pasos, ocultándose en el denso sotobosque de escobas y brezos arbóreos, sin tiempo si quiera para poder fotografiarle. Casualidades o no, el lobo fue a salir justo donde yo estaba, si hubiera salido un poco más arriba o unos metros más bajo no le habría visto.
Superado el límite forestal, transito por un sendero cercano en busca de indicios de la especie, localizando el rastro reciente del ejemplar observado.
En las cumbres se alimentan y corretean los ejemplares de rebeco cantábrico Rupicapra pyrenaica parva, ahora ya en celo. Desde el cielo son observados por los buitres leonados y por un ejemplar de águila real Aquila chrysaetos que vuela a media altura sobre las cimas.
En el bosque buscan comida ejemplares de zorzal charlo Turdus viscivorus y zorzal alirrojo Turdus iliacus, además de un gran bando de pinzón vulgar Fringilla coelebs. Por su parte un picamaderos negro Dryocopus martius se va desplazando por el hayedo, emitiendo a la vez su característico reclamo.
A eso de las 14h doy por concluida mi jornada, regresando de nuevo a casa con la alegría de que el lobo siga aún presente en la zona.