Estos tres últimos días estuve por la Cordillera Cantábrica en compañía de Silvia y Neco, buscando observaciones de oso pardo Ursus arctos en su hábitat natural. Llegamos a nuestro destino el jueves 22 con las últimas luces del día. Tras instalarnos y cenar, me acuesto temprano para madrugar al día siguiente y hacer la primera espera.
El viernes 23 me levanto aún de noche, para dirigirme a un punto de observación con buena visibilidad y desde el que intentar localizar al plantígrado. La noche concluye estrellada y con gran luz gracias a la Luna. Despuntando el alba empiezo a caminar ladera arriba y llegando ya al lugar elegido, escucho un animal en un claro entre las escobas y helechos. No llevaba linterna, tan sólo contaba con la luz de la Luna. Me detengo y descubro que se trata de un gran jabalí Sus scrofa, que al escucharme u olfatearme se pone alerta e incluso avanza tímidamente hacia mi posición. Después de darle una voz retrocede y se aleja, perdiéndole de vista tras unas rocas.
Instalo mi telescopio y llega otro observador procedente de Navarra. Juntos empezamos a prospectar las laderas y al poco tiempo, a eso de las 7:25h, aparece el primer oso pardo de los cuatro ejemplares que tendría ocasión de observar en estos tres días. Se trata de un individuo subadulto, aún con restos del collar propio de los ejemplares jóvenes y que se mueve en una pedrera junto a un hayedo. Al mismo tiempo, mi compañero de observaciones localiza otro oso más en otra ladera más cercana. También se trata de un subadulto, un macho de pelaje muy oscuro y al que estuvimos observando durante casi una hora, hasta que a las 8:22h cambió de valle, después de ascender por toda la ladera y recortar su silueta en cielo en la cumbre de la montaña, antes de desaparecer.
A continuación unos vídeos de este segundo ejemplar.
A las 9h recojo el material óptico con gran satisfacción, ya que no esperaba tener tanto éxito en la primera espera. Rebecos cantábricos Rupicapra pyrenaica parva y varias hembras de ciervo rojo Cervus elaphus completan el panorama faunístico.
Tras un día caluroso, al caer la tarde regreso a la zona en busca de nuevas observaciones. Instalo mi puesto de observación a los pies de un hayedo y desde las 19:45h empiezo a prospectar la ladera que tengo frente a mi. Los rebecos pastan en las cumbres, mientras un zorro rojo Vulpes vulpes observa curioso desde el borde de la vegetación, el paso tranquilo de unas vacas. Poco antes de las 21h localizo muy cerca de la cumbre un nuevo oso pardo, que parece acaba de entrar desde el valle contiguo y que va descendiendo por la ladera. Se trata de una hembra, con un pelaje muy contrastado en el que destaca su rubia cabeza y sus negras patas delanteras. La observo mientras se mueve por el matorral y un canchal, perdiéndola de vista minutos después. Con esta nueva observación pongo fin a la jornada, tres osos en un día.
El sábado 24 amanece con un densa niebla en las montañas, incluyendo alguna llovizna. Decido pasar a la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, a una zona de brezales, pero tan sólo observo un corzo Capreolus capreolus y un aguilucho cenizo Circus pygargus. Buitres leonados Gyps fulvus y un par de ejemplares de culebrera europea Circaetus gallicus se dejan ver al mediodía posados en unas peñas y también en vuelo.
Por la tarde despeja la niebla y acudo en compañía de Silvia y Neco a realizar una nueva espera en un lugar accesible. Allí coincidimos con otros amigos como Toño Lastra, Óscar Llama, José Antonio, David, Marcos, etc. A pesar de la expectación, en esta ocasión no hay suerte y no aparece ningún oso, además de volver a echarse la niebla. Ya de noche, llegando al pueblo donde nos alojábamos vemos dos jóvenes zorros jugando en la carretera. Paramos y uno de ellos nos mira curioso desde la cuneta, antes de marcharse.
El domingo 25 amanece con el cielo despejado, aunque rápidamente se nubla, afortunadamente sin niebla. Nuevamente llego antes de que amanezca a mi puesto de observación y comienzo a prospectar con mi telescopio las laderas. Varios grupos de rebecos pastan en las cumbres, también dos hembras y una cría del año de ciervo rojo. Y a eso de las 7:56h algo se mueve entre los avellanos. Se trata de un nuevo oso, una hembra, que se mueve en una zona de pedreras y avellanos, acudiendo a comer a estos últimos. Incluso llega a encaramarse a uno de ellos en busca del apreciado fruto. Durante varios minutos observo sus evoluciones, a veces delatada únicamente por el movimiento de las ramas que agita para alcanzar los frutos. Aparece y desaparece entre la vegetación, hasta que finalmente la pierdo de vista.
A las 9:15h doy por finalizada la espera, con este bonito broche a estas jornadas y satisfecho con las observaciones realizadas. Mientras recogemos el equipaje en el coche, un abejero europeo Pernis apivorus pasa volando por encima nuestro a modo de despedida.